Invertir en empresas que tienen buen gobierno corporativo en el largo plazo redundará en un mejor retorno

John D. Rockefeller, quien se hizo uno de los hombres más ricos del mundo formando un imperio casi monopólico en la industria del petróleo en el siglo pasado, solía decir que el mejor negocio era invertir en una petrolera bien manejada y que el segundo mejor negocio era invertir en una petrolera mal manejada. Ciertamente la forma de hacer negocios ha cambiado considerablemente, y aquella frase ya suena anacrónica.

Con el paso del tiempo, la globalización y la profesionalización de los negocios, la introducción del concepto de prácticas de buenas gobierno corporativo (BGC) ha tomado mayor relevancia. Está demostrado que invertir en una empresa mal manejada, por más atractiva que sea la industria, en el largo plazo no es un buen negocio.

Medir el BGC de una empresa es una tarea muy compleja y no debería hacerse de manera tan ligera como, por ejemplo, utilizar un ránking público de alguna reconocida institución en donde certifican que tal o cual empresa tiene BGC. Dichos ránkings normalmente se calculan sobre la base de un cuestionario estándar y poco profundo.

Basarse únicamente en ellos podría ser un grave error. Un claro ejemplo de ello fue Enron, empresa muchas veces galardonada por diversas instituciones por tener los mejores estándares de BGC. Sin embargo, su reputación se desmoronó por una serie de delitos cometidos por sus ejecutivos que incluían pago de sobornos, tráfico de influencias y manipulación contable. Terminó declarándose en bancarrota.

Para evaluar el BGC es necesario evaluar desde una perspectiva histórica casi todas las aristas de la corporación. Un aspecto central es si la empresa trata a todos los accionistas por igual. En este sentido, es importante evaluar, por ejemplo, si los accionistas controladores tienen algún beneficio sobre los minoritarios, o si todos son escuchados en las juntas de accionistas. También es importante sopesar si las decisiones que toman los directorios son en beneficio de todos los accionistas por igual. Para ello es fundamental asistir a las juntas y evaluar el proceder y la independencia del directorio. Un director independiente es aquel que toma decisiones en favor de todos los accionistas por igual sin presentar ningún conflicto de interés.

Es importante también evaluar el accionar de la empresa no solo con sus accionistas, sino también con sus proveedores, con el Estado, con la comunidad, con sus empleados, con los reguladores, etcétera. En este sentido, es importante analizar no solo el pasado reciente, sino también el pasado en momentos de dificultad, que es cuando se mide realmente el buen proceder.

Invertir en empresas que tienen un BGC en el largo plazo redundará en un mejor retorno, pues estas empresas por lo general son más sostenibles en el tiempo, lo que tiende a reflejarse en valorizaciones más altas. Empresas con un BGC tienen mejores relaciones con la sociedad y con sus inversionistas, obteniendo mejor acceso al crédito, lo que resulta en menores costos de financiamiento y por ende un mayor valor para el accionista.

Artículo publicado en El Comercio.