Mantener prácticas de buen gobierno corporativo sin duda redunda en un mayor valor para los accionistas de una empresa, pues ello impacta directamente en un menor costo de capital y por lo tanto en una mayor valorización de la inversión. Las buenas prácticas de gobierno corporativo apuntan a tratar a todos inversionistas por igual, y en la medida en que ello realmente se aplique, la confianza en el mercado de valores se fortalecerá, habrá más inversionistas y las oportunidades de financiamiento para las empresas del país serán mejores.

La regulación formal en el mercado de valores es fundamental para el buen funcionamiento del mismo. Tener a un regulador oficial activo en la supervisión del comportamiento de las empresas que operan en los mercados genera tranquilidad a los inversionistas; sin embargo, muchas veces el alcance de la regulación formal no es suficiente para ejercer todos los mecanismos de supervisión adecuados. Es ahí donde cobra importancia el rol de la autorregulación. La autorregulación es la acción que cumplen los inversionistas en supervisar a las empresas en las que ellos invierten, y muchas veces esta regulación puede llegar a ser más eficaz que la formal. Las buenas prácticas de gobierno corporativo van más allá de la regulación y no necesariamente una mala práctica de gobierno corporativo es ilegal o está sujeta a una intervención del regulador.

Cuando una empresa decide recurrir al mercado de valores para levantar capital tiene que estar dispuesta a abrir su información para que los inversionistas puedan decidir la conveniencia de la inversión. Los incentivos deberían de estar alineados, por un lado, la empresa que busca financiamiento tiene el incentivo de mostrarse como una empresa que cumple con buenas prácticas de gobierno corporativo con sus inversionistas; mientras que, por otro lado, los inversionistas tienen el incentivo de cuidar su inversión exigiendo las mejores condiciones para la misma y al mismo tiempo supervisando que la empresa cumpla con las buenas prácticas de gobierno corporativo, que finalmente redundarán en un beneficio para ellos mismos.

No todos los inversionistas tienen la misma capacidad para identificar las prácticas inadecuadas de buen gobierno corporativo, pues muchas veces estas son muy sutiles. Normalmente son los inversionistas institucionales los que muchas veces pueden identificar las malas prácticas. El rol de los inversionistas activos es muy importante en el mercado de capitales, pues muchas veces estos pueden ejercer la presión adecuada a las empresas para que actúen en el beneficio de todos los inversionistas. Esta presión va desde plantear los temas de manera formal en las juntas de accionistas hasta la desinversión total.

Una empresa que no tiene buenas prácticas de gobierno corporativo, tiene un valor de mercado menor, por un lado porque menos inversionistas están dispuestos a comprar su las acciones su empresa y por otro lado porque le es más costoso emitir deuda, pues los inversionistas que perciben un mayor riesgo en invertir en la empresa no querrán hacerlo o si lo hacen exigirían una tasa de interés mayor. 

Artículo publicado en El Comercio.